103. "¡TANTO POR HACER!"

La mañana se presentaba gris, formando una burbuja entre el mar y el cielo, sin diferencia de horizonte, el levante hacía bambolear las olas encumbrándolas de espuma.

Candela, sentada en el rompeolas dejaba colgar sus piernas, mientras contemplaba el castillo y recordaba las maravillosas leyendas que le contaba su madre, y que tanto deseaba narrarle a su futura nieta.

Se sentía tremendamente viva, con las mejillas encarnadas por el frío viento, mientras se frotaba las rodillas para hacerlas entrar en calor, mojadas por el incesante goteo al romper las olas.

Escuchó como alguien pronunciaba su nombre con cierto tono de duda, pues el paso del tiempo y las circunstancias que acompañan a éste, habían modificado las líneas de sus rostros.

No pudieron contener la alegría al encontrarse tras largos años de ausencia fundiéndose en un largo abrazo. Como si los años no hubiesen transcurrido comenzaron a hablar de los momentos compartidos, las risas iluminaban sus caras, pero los ojos de Candela brillaban con especial luz, sin pasar desapercibido para su amiga, que al escucharla hablando de sus planes futuros, le manifestó la agradable envidia que le había despertado verla siempre con tanto ímpetu e ilusiones. Desde el principio había pensado que lo que corría por sus venas era algo más que salud.

El tiempo transcurrió sin darse cuenta. Se despidieron haciéndose la promesa de no permitir que la incomunicación se interpusiera entre ellas.

Candela se ajustó el gorro de lana, que el viento se empeñaba en mover para descubrir su verdad, y miró el reloj.

Había que darse prisa, no quería perder el autobús, tenía una cita con la quimioterapia, y todavía tenía muchas cosas pendientes por hacer.

OLIVIA DIAZ I DIAZ

Publicado porAlfredo en 8:59  

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